Poner a calentar una cazuela con abundante agua fría, sal gruesa (unos 50 o 60 gr. por litro de agua) y dos hojas de laurel.
Mientras se calienta el agua, vamos preparando un recipiente con agua fría y bastante sal marina. Removemos para que se diluya la sal y añadimos hielos, de manera que el agua quede muy fría. Reservamos este recipiente.
Una vez que rompa a hervir el agua, echamos los langostinos en la cazuela y cuando rompa a hervir el agua de nuevo contaremos dos minutos, al cabo de este tiempo sacamos los langostinos y los echamos en el recipiente que tenemos reservado con agua fría y hielo.
Este proceso romperá la cocción, les dará brillo en el caparazón y endurecerá las carnes.
Si no se van a consumir de inmediato, los cubriremos con un paño húmedo para que no se sequen.
En el momento de servirlos, rociarlos con sal gorda.